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Dr. Elimel Luna Lizarazo

La Lengua, el Lenguaje y la Comunicación en la Pareja

Hace algunos días sostuve un diálogo interesante con mi hijo. Al parecer, él trataba de explicarme cuánto le gustaba el helado que se estaba comiendo, y yo en mi condición de padre amoroso, procuraba comprender lo que trataba de decirme sin lograrlo, hasta que llegó un momento en el que siguió comiéndose su helado casi que señalándome con sus gestos, – ¡Mi papá no entiende!

La plática hubiera sido quizás un poco más fluida si no se tratara del diálogo entre un niño de casi dos años y su papá. En ese instante pensé en lo compleja que es la comunicación, sobre todo que hay que echar mano de nuestros mejores recursos para poder trasladar nuestras representaciones mentales a la estructura  psíquica de nuestro interlocutor. Y la verdad eso no es tarea fácil.

En temas de comunicación nos asiste la responsabilidad de dejar de ser simplistas. Los procesos cognitivos que deben de ocurrir para que la comunicación surja en cada ser humano son complejos, por eso es que en ocasiones no se logra de la manera esperada. Y no es que se necesite ser un neuro-psicólogo para tener claridad sobre cómo se gesta la comunicación en nuestro cerebro, pero comprender los factores básicos de los procesos que se dan al interior del sistema nerviosos central nos ayudará, de seguro, a tener mejores resultados.

A continuación, tengo la intención de compartir de manera sencilla, sin caer en el simplismo ni en una explicación carente de responsabilidad profesional, cómo se genera el lenguaje en nuestro sistema mental de comunicación y posteriormente abordaré los efectos que esto produce al tratar de compartir nuestras ideas con otros. En un segundo artículo estaré abordando el tema de la comunicación paraverbal.

Broca, Wernicke y la lengua

El órgano que solemos utilizar básicamente para “comunicarnos” es la lengua. Esto no significa que no haya otra forma de comunicarnos, todos sabemos que existe el lenguaje paraverbal como lo plantea Ceberio (2006), cuando nos dice que nuestro cuerpo posee una infinita gama de movimientos que van desde los más expresos e intencionados hasta los más sutiles e inconscientes, los cuales cumplen una función de comunicación también.

Pero retomando el tema de la comunicación verbal, quisiera hacer un recorrido por los procesos que la involucran, como surge y qué factores inciden en ella para que se lleve a cabo de la manera en que ocurre.

¿La causante de muchos males?

Generalmente se asocia a la “lengua” como la causante de muchos males, pero este órgano de manera injusta se lleva el agua sucia, pues lo único que hace es amplificar lo que se genera en los anaqueles del cerebro.

Lo primero que hay decir es que para que logremos comprender lo que se nos dice y dar una respuesta a ello, intervienen dos subsistemas que conocemos como el área de Broca y el área de Wernicke. Cada una de estas áreas tiene una función específica. Miremos.

Hubo un médico anatomista y antropólogo francés llamado Paul Pierre Broca que realizó investigaciones que precisaron las observaciones de Bouillaud (1825) y de Dax (1836) atribuyendo “la facultad de coordinar los movimientos propios del lenguaje articulado a la segunda o la tercera circunvolución frontal”. Broca logró determinar que las facultades de comprensión de los pacientes se conservan cuando había un trastorno que él llamó “afemia”; dicho trastorno deja intactas en el sujeto sus capacidades de comprensión, pero limita la posibilidad de articular palabras, es decir, no emite palabras, pero sí las comprende. Al parecer este trastorno está relacionado con algún tipo de daño del lóbulo frontal izquierdo. (Siksou, 2005).

Existe otra parte del cerebro que se llama el área de Wernicke. Hace referencia al área de la comprensión; su nombre se debe a Karl (o Carl) Wernicke, neuropsiquiatra alemán.

A la inversa de los casos reportados por Broca, sus pacientes tenían un lenguaje fluido pero incomprensible. Lo que se conoce como afasia de Wernicke. El área afectada es la parte posterior del giro temporal superior junto con la zona de almacenamiento de “la memoria auditiva de la palabra”. (Siksou, 2005)

Con base en lo anterior podemos decir que el ser humano posee dos componentes que le permiten la comunicación verbal; el área de Broca y el área de Wernicke. En este punto estará pensando el lector que los problemas de comunicación se deben a Wernicke y Broca, pues le invitaría a que no se apresurara a llegar a dicha conclusión; el asunto tiene cosas más de fondo.

En condiciones normales el área Broca y el área de Wernicke, cumplen una función casi que transparente en la ejecución del lenguaje. Así que si usted oye, comprende y está en condiciones de responder coherentemente lo que otros le dicen, usted posiblemente no tenga problemas neuronales de lenguaje y no hay razón para que esté experimentando dificultades en la comunicación con las personas que lo rodean.

Si embargo, si a pesar de ser una persona con condiciones neurológicas normales, estuviera en el grupo de los que tiene problemas con la comunicación, el asunto podría estar asociado con temas más profundos como el secuestro emocional.

El secuestro emocional y la comunicación

¿Ha oído usted hablar de las amígdalas cerebrales? No las confunda usted con los ganglios linfáticos que se encuentran en la parte posterior de la boca en la zona superior de la garganta, los cuales ayudan a eliminar las bacterias y otros microorganismos para prevenir infecciones en el cuerpo.

Cuando hablo de la(s) amígdala(s), que también son dos, me refiero a las ubicadas en la estructura subcortical de la parte interna del lóbulo temporal medial. Este elemento posee conexiones con la gran mayoría del encéfalo, siendo un núcleo de especial relevancia, clave para la supervivencia, debido a que su principal función es integrar las emociones con los patrones de respuesta correspondientes a estas.

La amígdala es pues, el principal núcleo de control de las emociones y sentimientos en el cerebro, controlando asimismo las respuestas de satisfacción o miedo. Sus conexiones no solo producen una reacción emocional, sino que debido a su vinculación con el lóbulo frontal también permite la inhibición de conductas, de tal manera que su forma de responder, a veces inesperada, ante una situación particular, es probable que se deba a que su amígdala haya tomado el control del área de Broca y el área de Wernicke llevándole a decir lo que quizás no ha debido expresar o a callar lo que debió hablar.

Si usted desea saber más sobre la amígdala, el secuestro emocional (o secuestro amigdalar) y los problemas que se generan por su causa en la relación de pareja, le invito a que nos encontremos aquí la próxima semana…

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*Ceberio M., 2006. La buena comunicación: Las posibilidades de la interacción humana.
*Siksou, M., 2005. Estructuras y Funciones del Lenguaje: De Los datos Anatomo-Clínicos a la imagen funcional.

¿Hablamos?